Corría el rumor en el pueblo de que había llegado una nueva mujer, diferente, extranjera de gestos, foránea de sonrisas, repartiendo regalos entre los niños, abrazando confesiones. Pese a todo, sólo unos pocos la habían visto, sin saber nadie de su procedencia, ni su hospedaje por las noches, pero esas personas que habían compartido su paso ya no eran las mismas, esas que acostumbraban a caminar el tiempo seco, frío de ese pueblo abandonado, ahora descubrían la sonrisa.
Un día una anciana, de esas medio brujas, estaba sentada en la plaza, cuando vio pasar a la extranjera que parecía salir de una casa añeja, como para no volver a sus espacios para siempre alumbrados, mientras caminaba radiante hacia una incipiente pareja de novios. En eso, la mujer miró fijamente a la anciana, saludándola en silencio. Y la vieja supo. Supo que esa mujer que nadie conocía realmente se llamaba ALMA.
martes, junio 12, 2007
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1 comentario:
Somos unos desalmados.
El mensaje parece recrudecerme la espalda. Pero es cierto. Es que, si me permites usar excusas forzósamente posmodernas, UNO NO TIENE TIEMPO PARA TENER ALMA EN ESTE PRESENTE PERMANENTE.
Y de este pedazo de alma, que se muestra en el Rigo que escribe solo en su habitación llena de ocupaciones, promesas y proyectos por cumplir,
te saluda afectuosamente -en la distancia que sólo los chilenos conocemos por la longitud de nuestra tierra-,
Tu amigo Rigo
Suerte en todo!
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