Siguiendo con el tema planteado hace algunos días atrás, hay un componente importante a la hora de decidir tutear a alguien desconocido, más allá de la edad, cultura o conductas sociales; y es la toma de poder, a modo de primer ataque, de la persona que tutea a otra, sin la confianza ni el permiso (a veces no verbal) de la otra persona. Cuando, por ejemplo, en el trabajo una persona quiere imponer sus términos, prefiere usar el tú con el otro, evitando la diferencia y la cierta sumisión del uso de usted, ya que en el trabajo el usted implica una distancia, un respeto (natural o simulado) y un reconocimiento de la posición que se tiene frente al superior, ya sea jefe o no. En cambio, al tratar de tú en esa misma situación, se lee como trasfondo el imponer las reglas, quién está frente a quién; y sobretodo si con esto se pasan a llevar ciertas normas no escritas de comportamiento en la pega.
Esto se puede ver claramente en un hospital, en donde las jerarquías de trato están establecidas entre profesionales y técnicos, entre las personas nuevas y los que llevan más tiempo en el rubro, y también entre los trabajadores y los pacientes.
No deja de extrañar la confianza que cae en la falta de respeto que se toma la mayoría de los funcionarios a la hora de tratar con pacientes, muchas veces mayores que ellos, tuteándolos como si fueran grandes conocidos; y debe ser incómodo para ellos, ya que en su condición de pacientes se ven limitados en su enfermedad o recuperación, quedando un poco a la deriva si pedir o no un poco más de deferencia o cordialidad en el trato. Y claro, como dije, es una forma de señalar quien manda, y como muchos funcionarios no pueden tener este tipo de trato con sus superiores, entonces tratan de desahogarse con los pacientes. Si se ve desde este punto de vista, una maniobra que cae en lo cobarde y patético.
Ahora bien, esto del tuteo puede tener otra connotación; la de tratar de “estar al nivel” de otra persona en la escala social o el lugar de trabajo. Así, si el jefe se da esas licencias con las personas y uno tiene buena relación con el jefe, también actúa de esa forma; y lo mismo en las reuniones en sociedad o apariciones en público, en la televisión, etc; queriendo parecerse a otra persona que tiene más fama, poder o reconocimiento.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que esto del tú y usted cambia según los países y las costumbres locales, y lo que en una parte pueda parecer irrespetuoso, en otro lugar puede ser natural o común. Un tema que, sin duda, es una interesante muestra de la cultura y costumbres personales y sociales.
sábado, septiembre 29, 2007
sábado, septiembre 22, 2007
Calor de Hogar
Esta vez voy a hacer algo diferente. No me voy a extender en demasiado comentando sobre un tema; al contrario, voy a ser breve, tan breve que únicamente quiero dejar plasmada una frase a modo de pensamiento que me vino hace algunos días atrás en Puerto Varas: "El hogar no es sólo un lugar... es un sentimiento".
martes, septiembre 11, 2007
Una historia para contar
Eduardo era un abnegado padre de un hijo complicado, sacudido por los empujones de la adolescencia rebelde, contestataria, aquella que supuestamente navega a la orilla de la madurez. El joven gustaba de encerrarse en su cuarto para jugar por horas frente al monitor de la computadora, a la cual también le pedía servicios de correo y conversación simultánea. Sus ropas se veían teñidas de colores más sombríos que antes, y la música que martillaba las paredes era bastante más estridente que la de su padre cuando tenía la misma edad.
Las tardes de claustro en su dormitorio llevaron a Eduardo a pensar seriamente la idea de motivar a su hijo en otras áreas, como salidas al aire libre, la práctica de algún deporte o despertar en él un contagioso interés por la lectura, la pintura o el arte en general. Pero las conversaciones de padre a hijo pocos frutos arrojaban, eran como decir "tú en lo tuyo, y yo en lo mío, así nadie molesta a nadie". Nada llamaba la atención del hijo fuera de su propio mundo juvenil.
Las tardes de claustro en su dormitorio llevaron a Eduardo a pensar seriamente la idea de motivar a su hijo en otras áreas, como salidas al aire libre, la práctica de algún deporte o despertar en él un contagioso interés por la lectura, la pintura o el arte en general. Pero las conversaciones de padre a hijo pocos frutos arrojaban, eran como decir "tú en lo tuyo, y yo en lo mío, así nadie molesta a nadie". Nada llamaba la atención del hijo fuera de su propio mundo juvenil.
En una noche de oportunista desvelo, Eduardo tuvo una idea novedosa, que de seguro tenía posibilidades de funcionar. Bajó las escaleras mimetizado por la noche azulada, y fue pacientemente alimentando su plan; cambiando el orden de los libros y revistas de su biblioteca, y en un lugar estratégicamente desolado, colocó los ejemplares que más importancia habían tenido en su vida. Allí, ordenados en filas que empujaban hacia adelante, en diferentes estanterías, como queriendo perder el equilibrio, allí modelaban callados libros de pintura, novelas de autores latinoamericanos, poemarios, revistas de fútbol, biografías, historias de amor, libros delgados y altos; suntuosas enciclopedias y tomos ilustrados. Al terminar la estudiada distribución de los libros, Eduardo procedió a dejar intencionados escritos en los rincones del mueble.
A la mañana siguiente, Eduardo fue a su trabajo, mientras que su hijo trabajaba jadeando sueños. Cuando Fernando despertó, hizo su habitual recorrido hacia el refrigerador, pero al pasar por la sala de estar notó que la biblioteca estaba movida y que lucía diferente, como si la hubieran instalado hace poco. Se acercó algo, no mucho, lo suficiente como para no sentirse atraído por la tediosa colección de papá. No obstante ello, no pudo salvar su mirada de un pedazo de papel mal recortado, que sobresalía sencillo de entre los libros. Fernando tomó un ejemplar, lo adelantó rápidamente con su pulgar, y lo colocó donde estaba. Lo volvió a hacer con una novela, con una crónica y hasta con las dinámicas hojas de la revista "Triunfo". Al volver Eduardo de su consulta, observó de súbito que el papel escrito depositado la noche anterior estaba en un lugar diferente. Se sintió satisfecho en sus adentros, y ese atardecer fue escenario de una grata once, aunque Fernando estuvo más bien ausente de palabras, como de costumbre; esta vez meditando con los ojos en el fondo de la taza de su apacible té.
Cuando la noche volvió a mimetizar las siluetas de los muebles, Fernando bajó las escaleras para consultar la biblioteca, y rompiendo el orden lineal de los libros, se llevó uno a su cuarto para escudriñarlo, descubrirlo despacio, o aun para leerlo con esmero, vigilando que su papá no lo descubriera con las manos en las tapas, y luego hizo lo mismo con otro, y otro libro. En eso, inocente a las intenciones del joven, un papel trastabillado mostraba a la noche su mensaje, la advertencia que llamó la atención del muchacho; "Prohibida su lectura".
miércoles, septiembre 05, 2007
Tú, usted y yo
Una de las características de nuestro idioma español (y de muchos otros también) es que nos permite distinguir la forma de dirigirse a una persona que está enfrente como “tú” o “usted”; técnicamente hablando, diferenciar la segunda persona singular. Y en esta distinción hay muchos elementos interesantes a tener en cuenta.
Antes, cuando uno es niño o adolescente, la diferencia en el trato es más simple, ya que se suele llamar de tú a cualquier otra persona de la misma edad, o un poco mayor, y de acuerdo a las familias, a ciertos parentescos, como los padres, tíos, primos, etc; y usted a todos los demás.
Después con la adultez la cosa cambia, y la comunicación de tú o usted, ya no depende sólo de una antigüedad en la edad, sino que también de la posición social, profesional, laboral, pública, de mayor o menor confianza, de mayor o menor cariño, y no es extraño, entonces, encontrar a personas de más edad tratando de usted a un joven profesional, y éste, a su vez, dirigiéndose de tú a personas mayores, incluso de tercera edad, como suele verse en hospitales y centros de salud. Y digo incluso porque allí entran en juego las características propias de la educación y forma de ser de cada uno.
Personalmente, no puedo tutear a una persona mayor de edad, y me cuesta hacerlo con alguien mayor de 40 o 50 años, excepto si es familiar directo; y es que así crecí, es parte de mi cultura.
Pero debemos ser cautos y tener en cuenta que no siempre un tú es sinónimo de informalidad, de amistad o cercanía; y un usted equivalente a respeto, a autoridad o falta de confianza.
Son muchas las ocasiones en las que el uso de las dos formas se combina, se intercambia, como en conversaciones de amigos (¿cómo está usted compadre?), de parejas, de padres a hijos y de hijos a padres (en discusiones, queriendo enfatizar algo de forma sarcástica, molestias, formas especiales de afecto y amor, etc); y también esto puedo variar de acuerdo a la costumbre de moda (ahora es mucho más frecuente el tú en la televisión), la presión laboral y social, etc; e incluso en ciertos marcos y ambientes, es posible que frente a los otros a una persona se le diga de una forma, y en privado de otra…
Lo que no deja de ser curioso es la comparación entre los niños y los ancianos. Entre los primeros, suele abundar el uso del tú, y entre los mayores, el uso de usted…
Aunque en el fondo, como decía un escritor "Todos los viejos llevan un niño en los ojos, y los niños a veces nos observan como ancianos profundos".
Después de todo, entre tú y usted hay distancias que perfectamente pueden reconciliarse. Eso depende del modo como hablemos, nos comuniquemos. Depende de tí... o usted.
Antes, cuando uno es niño o adolescente, la diferencia en el trato es más simple, ya que se suele llamar de tú a cualquier otra persona de la misma edad, o un poco mayor, y de acuerdo a las familias, a ciertos parentescos, como los padres, tíos, primos, etc; y usted a todos los demás.
Después con la adultez la cosa cambia, y la comunicación de tú o usted, ya no depende sólo de una antigüedad en la edad, sino que también de la posición social, profesional, laboral, pública, de mayor o menor confianza, de mayor o menor cariño, y no es extraño, entonces, encontrar a personas de más edad tratando de usted a un joven profesional, y éste, a su vez, dirigiéndose de tú a personas mayores, incluso de tercera edad, como suele verse en hospitales y centros de salud. Y digo incluso porque allí entran en juego las características propias de la educación y forma de ser de cada uno.
Personalmente, no puedo tutear a una persona mayor de edad, y me cuesta hacerlo con alguien mayor de 40 o 50 años, excepto si es familiar directo; y es que así crecí, es parte de mi cultura.
Pero debemos ser cautos y tener en cuenta que no siempre un tú es sinónimo de informalidad, de amistad o cercanía; y un usted equivalente a respeto, a autoridad o falta de confianza.
Son muchas las ocasiones en las que el uso de las dos formas se combina, se intercambia, como en conversaciones de amigos (¿cómo está usted compadre?), de parejas, de padres a hijos y de hijos a padres (en discusiones, queriendo enfatizar algo de forma sarcástica, molestias, formas especiales de afecto y amor, etc); y también esto puedo variar de acuerdo a la costumbre de moda (ahora es mucho más frecuente el tú en la televisión), la presión laboral y social, etc; e incluso en ciertos marcos y ambientes, es posible que frente a los otros a una persona se le diga de una forma, y en privado de otra…
Lo que no deja de ser curioso es la comparación entre los niños y los ancianos. Entre los primeros, suele abundar el uso del tú, y entre los mayores, el uso de usted…
Aunque en el fondo, como decía un escritor "Todos los viejos llevan un niño en los ojos, y los niños a veces nos observan como ancianos profundos".
Después de todo, entre tú y usted hay distancias que perfectamente pueden reconciliarse. Eso depende del modo como hablemos, nos comuniquemos. Depende de tí... o usted.
martes, agosto 21, 2007
Quiero...
... vacaciones
... días de relajo y paseo
... recorrer más Parques Nacionales
... encontrar un buen arriendo en Puerto Montt
... estar con mi familia
... encontrar una polola
... tocar música con Ponky, Palmer, Rodrigo y Neira
... sentirme a gusto en el Hospital
... recibir una sorpresa emocionante y agradable
... ir al cine arte
... ver a algunos amigos que no veo hace mucho tiempo
... cocinar como lo hacía en Viña del Mar
... mejorarme pronto de esta gripe
... dormir un poco más
... encontrar un lugar en donde pueda establecerme un tiempo más largo
... volver a retomar mi pasión por los idiomas
... ir al gimnasio
... escribir más cuentos e historias y publicar un libro con ellos
... poder ahorrar más dinero
... sentir el olor de los Eucaliptus, fresco, vivo
... que a Chile le vaya bien con Bielsa
... que la U salga campeón
... renovar algo de ropa
... que mi familia y amigos tengan buenos trabajos, bien pagados y estables
... escribir una canción
... dar un beso, un abrazo, un apretón de manos
... que las personas que quiero sepan lo mucho que me significan para mí
... poder decirles a todas ellas ¡Te (lo/la) quiero!
... días de relajo y paseo
... recorrer más Parques Nacionales
... encontrar un buen arriendo en Puerto Montt
... estar con mi familia
... encontrar una polola
... tocar música con Ponky, Palmer, Rodrigo y Neira
... sentirme a gusto en el Hospital
... recibir una sorpresa emocionante y agradable
... ir al cine arte
... ver a algunos amigos que no veo hace mucho tiempo
... cocinar como lo hacía en Viña del Mar
... mejorarme pronto de esta gripe
... dormir un poco más
... encontrar un lugar en donde pueda establecerme un tiempo más largo
... volver a retomar mi pasión por los idiomas
... ir al gimnasio
... escribir más cuentos e historias y publicar un libro con ellos
... poder ahorrar más dinero
... sentir el olor de los Eucaliptus, fresco, vivo
... que a Chile le vaya bien con Bielsa
... que la U salga campeón
... renovar algo de ropa
... que mi familia y amigos tengan buenos trabajos, bien pagados y estables
... escribir una canción
... dar un beso, un abrazo, un apretón de manos
... que las personas que quiero sepan lo mucho que me significan para mí
... poder decirles a todas ellas ¡Te (lo/la) quiero!
sábado, agosto 11, 2007
Honestamente...
Todo es un juego. Una estrategia de dar y ceder, de saber mover las piezas en el trablero y de jugar las cartas cuando la ocasión así lo requiere. Así lo entiende Carolina, una mujer que de unas cuantas noches a unas pocas mañanas se convirtió en un verdadero símbolo de la mujer que no teme decir y hacer lo que piensa, símbolo de sinceridad radical y opiniones que golpean la cara del adversario. Y como ella sabe que todo esto es un juego, que le brinda popularidad y dinero, que la mantiene en la mira de las conversaciones en la pantalla, no pretende cambiar de personaje ni quiere asumir otra careta. Mucho tiempo pasó buscando y forjándose una que no le apretara la nariz y que le dejara ver sin trabas, hasta que dio con la máscara perfecta; la de una persona sin pelos en la lengua. Sucedió que una noche, luego de una extenuante jornada de entrevistas y discusiones en vivo, se acostó temprano, para seguir soñando su vida, esta vez, durmiendo. Y en el hondo sueño la visitó una extraña imagen, de ella misma, más joven y discreta, como antes, y esa imagen le dijo a Carolina: - "Por favor, ¿podrías decirme quién está soñando ahora?". En ese momento, en ese mismo momento, Carolina despertó súbitamente.
lunes, julio 30, 2007
Los Sentimientos
En el país más allá de los límites de nombres y fronteras, de discursos políticos, vivían los sentimientos, sensaciones, emociones. Formaban interesantes parejas que a veces no podían ni siquiera mirarse porque se fundían en algo superior o se derretían en pedacitos. Ese país era extraño, porque debido a los poderosos designios, los habitantes estaban agrupados en aquellos que el Sol siempre entibiaba sus tareas y los que la Noche oscurecía aún más sus pensamientos.
El Ahogo vivía en esa región, región que todos los del norte soleado querían evitar visitar. Andaba acompañado de sus amigas Tristeza y Angustia, y no sabía que hacer: - Lo mío siempre daña a otros, mi esencia es sofocar, robar el aire, asfixiar los sueños... me gustaría poder salir de este designio fatal ... - Tristeza sólo cerraba los ojos y agachaba sus ideas, mientras que Angustia pensaba sudorosamente como ayudar al Ahogo.
Un día Angustia tuvo una idea. Se disfrazó con la ayuda de las máscaras y ropas de Mentira y fue al norte, donde brillaba el sol. Recorrió paisajes en los que la Alegría construía sin cesar, Felicidad abrazaba a todos a su paso, hasta que se econtró con Sabiduría y ésta extendió sus manos para tocarla. Tal era el disfraz que Mentira había fabricado, que aun ella no pudo reconocer lo que había tras las ropas. Angustia, ahora maquillada como Esperanza, pidió consejos para enviar a alguien del sur hablar con el Supremo, el Destino que gobernaba a todos en el país, pese a nunca haber sido elegido. Sabiduría se quedó pensando, nunca antes alguien había querido enfrentar en una conversación al Destino, pero accedió a conseguir una cita con el Gobernante.
Volvió Angustia apresurada en sus imágenes mentales a su región nocturna y le contó a Ahogo su experiencia. Ahogo se sintió abismado y desconcertado por el hecho de que iba a ser el primero en hablar con Destino en años, pero aceptó el encuentro.
Ahora fue el Engaño quien vistió con sus mejores trucos al nervioso Ahogo para poder entrar al Norte siempre luminoso, y en la cumbre del Palacio Imperial tocó las puertas casi perernemente cerradas. Allí vió por primera vez la cara del Destino, pero no era lo que había pensado, y su pavor fue tal que no pudo creer su mirar... ¡¡¡Destino tenía el rostro del Ahogo!!!!
Luego de un extraño silencio, el Ahogo habló como si estuviese frente a un espejo. -Toda mi vida he querido amar a alguien, pero no he podido, mi hermano Miedo no me ha dejado nunca -. El Destino con su boata pomposidad contestó: - Esa es tu escencia, debes aceptarla tal como es -. El abismado Ahogo ya no podía contener las palabras, pero se las estaba tragando mansamente, hasta que decidió romper con su pasado de frialdad al contacto y abrazó fuertemente a su Monarca. Éste comenzó a palidecer y lentamente cayó en un sueño del que no volvió a ver la realidad. En ese momento hubo una confusión total en las regiones del país, y muchos huyeron a otras partes nunca antes visitadas, hasta que hubo la primera noche en la región meridional y se asomaron los primeros indicios de sol en el sur.
Fue entonces que Sabiduría tomó el poder democráticamente y ahora los sentimientos que antes vivían separados por el muro de la dicotomía, se encontraban juntos, con espacio suficiente para crecer y ayudarse, y a los que antes les fue negada la noche pudieron ver por primera ver el esplendor de la luna y los ojos brillantes del cielo vestido de como de gala; y los que nunca habían podido sentir el calor de sol, disfrutaron con el celeste armonioso del cielo, y vieron que éste podía tener más de un color a medida que el sol dejaba que la luna viajara nuevamente al sur.
Fue así que los sentimientos, emociones, y sensaciones pudieron pasar por las estaciones de los días y horas. Aprendieron a convivir juntos.
El Ahogo vivía en esa región, región que todos los del norte soleado querían evitar visitar. Andaba acompañado de sus amigas Tristeza y Angustia, y no sabía que hacer: - Lo mío siempre daña a otros, mi esencia es sofocar, robar el aire, asfixiar los sueños... me gustaría poder salir de este designio fatal ... - Tristeza sólo cerraba los ojos y agachaba sus ideas, mientras que Angustia pensaba sudorosamente como ayudar al Ahogo.
Un día Angustia tuvo una idea. Se disfrazó con la ayuda de las máscaras y ropas de Mentira y fue al norte, donde brillaba el sol. Recorrió paisajes en los que la Alegría construía sin cesar, Felicidad abrazaba a todos a su paso, hasta que se econtró con Sabiduría y ésta extendió sus manos para tocarla. Tal era el disfraz que Mentira había fabricado, que aun ella no pudo reconocer lo que había tras las ropas. Angustia, ahora maquillada como Esperanza, pidió consejos para enviar a alguien del sur hablar con el Supremo, el Destino que gobernaba a todos en el país, pese a nunca haber sido elegido. Sabiduría se quedó pensando, nunca antes alguien había querido enfrentar en una conversación al Destino, pero accedió a conseguir una cita con el Gobernante.
Volvió Angustia apresurada en sus imágenes mentales a su región nocturna y le contó a Ahogo su experiencia. Ahogo se sintió abismado y desconcertado por el hecho de que iba a ser el primero en hablar con Destino en años, pero aceptó el encuentro.
Ahora fue el Engaño quien vistió con sus mejores trucos al nervioso Ahogo para poder entrar al Norte siempre luminoso, y en la cumbre del Palacio Imperial tocó las puertas casi perernemente cerradas. Allí vió por primera vez la cara del Destino, pero no era lo que había pensado, y su pavor fue tal que no pudo creer su mirar... ¡¡¡Destino tenía el rostro del Ahogo!!!!
Luego de un extraño silencio, el Ahogo habló como si estuviese frente a un espejo. -Toda mi vida he querido amar a alguien, pero no he podido, mi hermano Miedo no me ha dejado nunca -. El Destino con su boata pomposidad contestó: - Esa es tu escencia, debes aceptarla tal como es -. El abismado Ahogo ya no podía contener las palabras, pero se las estaba tragando mansamente, hasta que decidió romper con su pasado de frialdad al contacto y abrazó fuertemente a su Monarca. Éste comenzó a palidecer y lentamente cayó en un sueño del que no volvió a ver la realidad. En ese momento hubo una confusión total en las regiones del país, y muchos huyeron a otras partes nunca antes visitadas, hasta que hubo la primera noche en la región meridional y se asomaron los primeros indicios de sol en el sur.
Fue entonces que Sabiduría tomó el poder democráticamente y ahora los sentimientos que antes vivían separados por el muro de la dicotomía, se encontraban juntos, con espacio suficiente para crecer y ayudarse, y a los que antes les fue negada la noche pudieron ver por primera ver el esplendor de la luna y los ojos brillantes del cielo vestido de como de gala; y los que nunca habían podido sentir el calor de sol, disfrutaron con el celeste armonioso del cielo, y vieron que éste podía tener más de un color a medida que el sol dejaba que la luna viajara nuevamente al sur.
Fue así que los sentimientos, emociones, y sensaciones pudieron pasar por las estaciones de los días y horas. Aprendieron a convivir juntos.
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